¿Pensaste que los brotes de la piel eran cosa del pasado? Pues no. Si bien la piel cambia con el paso del tiempo, no estamos a salvo de tener granitos, inflamación y puntos negros en la adultez. Una cosa es cierta: no podemos usar las mismas cremas y tratamientos a los 30 que a los 16 porque la aparición de estos brotes no tiene tanto que ver con el exceso de oleosidad sino con un desbalance hormonal, malos hábitos de alimentación, sensibilidada cutánea y ¡hasta estrés! En esta nota, te contamos cómo lidiar con dos tipos de brotes no acneicos que podés estar sufriendo en la vida adulta.
Psoriasis
A primera vista las lesiones por psoriasis se parecen al acné, pero en realidad se trata de una afección inmunológica. La psoriasis es una condición en que la piel produce células mucho más rápido de lo que debería, por lo que el cuerpo no es capaz de deshacerse del exceso de piel. Así, se acumulan y causan brotes enrojecidos, inflamados y de apariencia escamosa. ¡No te exfolies! Usar productos astrigentes o abrasivos puede parecer lo lógico pero solo agrava el problema. Lo mejor es hacer una consulta con tu dermatólogo de cabecera para que te diagnostiquen correctamente el problema. En general, se trata con cremas antiinflamatorias tópicas.
Rosácea
Te levantaste, te miraste al espejo y te salieron unas protuberancias rojas que tenés ganas de apretar. ¡No lo hagas! La rosácea también aparece en brotes, en genera acompañada de capilares y venitas muy visibles en la cara y enrojecimiento en los cachetes. Evitá los cambios de temperatura bruscos, el agua muy caliente y los productos que no sean para pieles sensibles.
Esta afección común de la piel puede aparecer como pequeñas protuberancias rojas, además de capilares y venas visibles en la cara. Suele aparecer y desaparecer en brotes, pero también se ve agravada por productos pesados o activos. Consultá con tu médico para un adecuado tratamiento y evitá el uso de productos con fragancias intensas.
